Apenas abro los ojos, la luz. Y la generosidad de Ifach que, aunque perezoso, se resigna a dejar pasar un rayo de sol que ilumina inmediatamente la bahía y tiñe de oro el mar. La luz de la mañana resplandece en las fachadas encaladas y el rumor de los cantos rodados al golpearse arrastrados con la resaca instaura la rutina de un nuevo día.
Soy línea y soy […]
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